En invierno los días son cortos y fríos. La naturaleza está descansando, preparándose para resurgir con fuerza en la siguiente primavera. Surge en nosotros la necesidad de descansar, de abrigarnos y de resguardarnos. Es momento de sensibilidad y recogimiento, de reafirmarte, de marcar tu rumbo y tus nuevas metas. La energía del invierno se corresponde con la energía de la luna nueva.
Máxima contracción energética
Tal y como comenté en el artículo de otoño, las energías de la naturaleza son contractivas o expansivas. Invierno representa la cumbre de la energía contractiva: la energía está en su momento de máxima concentración y es el punto de inflexión hacia la nueva expansión. La naturaleza mantiene toda la energía en su interior, nutriendo y preparando los futuros frutos, como la semilla debajo la tierra o el feto dentro del útero. Concentración, quietud, frío, oscuridad… a simple vista no se observa movimiento, pero todo sucede dentro.
La noche del 21 de diciembre, el solsticio de invierno, es la noche más larga del año. A partir de entonces los días empiezan a alargarse perezosamente, encaminándose hacia la primavera. La naturaleza no tiene prisa para expandirse de nuevo, se dedica el tiempo necesario para la gestación de todo lo que vendrá. La oscuridad máxima se transforma inexorablemente en luz.
Invierno y muerte
Todo en la vida cumple un ciclo: nace, crece, llega a su máxima expansión, poco a poco decrece hasta que finaliza. Esta finalización es en realidad una transformación, pero también es una pequeña muerte. Todo los inicios tienen un final, en el sentido que nada puede existir del mismo modo para siempre y, por lo tanto, si sabemos encaminar este final podría ser un punto y seguido, una RENOVACIÓN. Tenemos que saber comprender la energía que hay en el exterior para alinearnos con nuestro interior.
Invierno interno: cuidar la energía y reflexionar
Nosotros también somos naturaleza, y la energía del invierno junto con sus condiciones climáticas nos invitan a la calma y al recogimiento. Tenemos ganas de dormir más y reposar. Estamos más sensibles y necesitamos más momentos de paz y de silencio. Es momento de cuidar nuestra energía y no malgastarla, es momento de escucharnos y reflexionar, para reconocer y reafirmar nuestro ser, integrándonos consciente e insconcientemente.
Es momento de reflexionar, encontrar el rumbo que queremos tomar y pensar en los nuevos proyectos que queremos gestar. Es un buen ejercicio preguntarse:
¿Qué es eso que quieres hacer crecer en esta nueva primavera? ¿Qué te gustaría hacer, ser o disfrutar?
Aprovecha el parón del invierno para reconocerte/reafirmarte, encontrar tu rumbo/foco, e idear tus próximos proyectos, renovándote así cada año. Así, cuando empieces a actuar en primavera estarás a tope, sabrás hacia dónde quieres ir y no te desviarás de tu propio camino.
Malgastar la energía en invierno significa tener menos fuerza en la expansión (primavera-verano), momento en el que sí que necesitas energía para desarrollarte en todo tu esplendor, creando tus proyectos, disfrutando en eventos sociales, etc.
Invierno y luna nueva
La energía de la luna nueva es la que se corresponde con la energía del invierno. La luna nueva marca el final y el principio de una nueva fase. Su energía también nos invita al recogimiento, introspección e inspiración. Es la mejor fase lunar para reflexionar, gestar y empezar a crear.
Te invito a (re)sincronizarte con la naturaleza, eso que ya eres pero a lo mejor se te ha olvidado. El ritmo frenético de la sociedad actual nos incita a vivir en un verano eterno, no nos permite entrar en un invierno en el que pararnos, reafirmarnos y marcar el nuevo rumbo.
Y tú, ¿cómo vives tu invierno? Te leo en los comentarios.